Angulo Producciones

Más alto que el cielo, nosotros.

no es otra obra sobre la guerra civil

El próximo sábado 24 de febrero, se representa en La Granja Más alto que el cielo, nosotros, una obra que se centra en los primeros días que transcurren en Gran Canaria tras el alzamiento militar de julio de 1936. Hablamos con su autor, el dramaturgo Javier Estévez, para que nos introduzca en la pieza y nos revele aspectos relacionados con la escritura de la misma.

 

¿Otra obra de la guerra civil?
Otra obra de teatro sobre seres humanos, sobre hombres y mujeres con dilemas, principios, miedos y esperanzas que busca, sobre todo, conmover y hacer reflexionar al espectador.

 

¿Reflexionar sobre qué?

Fundamentalmente sobre qué hubiese hecho yo (el espectador) en una situación similar. La obra muestra la gestión de un fracaso por ambos lados: fracasa la defensa de la República y fracasa el golpe de estado.

 

¿Qué le llevó a escribir esta obra?
La lectura de un expediente guardado en el archivo del ayuntamiento de Guía. En él había un informe sobre los “días de dominación roja” que solicitaba un tribunal militar. Tenía ante mí una historia que pocos conocían y que me resultó muy atractiva para escribir desde el principio.

 

¿La dominación roja?
Así llamaron los nacionales a los cuatro días que duró la defensa de la ciudad de Guía por un grupo de hombres y mujeres, políticos y
civiles, que decidieron defender la República tras el alzamiento militar del 36. Personas que la memoria colectiva no consiguió convertir en
historia.


¿Hay trabajo de investigación entonces a la hora de escribir esta obra?
Muchísimo. Estudié manuales de historia, consulté la prensa de esos días, autos judiciales. La obra es una sucesión vertiginosa, muy dinámica, de actos sobre la acción de los alzados y la resistencia un tanto quijostesca e improvisada de un grupo de políticos y ciudadanos. Las Palmas y Guía como centros geográficos de la acción-reacción, pero siempre pendientes de la radio para saber qué ocurría en Madrid, en Tenerife y otros lugares de la isla. El estudio me permitió no sólo tener una composición en tiempo y espacio de lo que ocurría sino también del lenguaje político empleado. Es un matiz importantísimo saber los ejes ideológicos y las formas de expresión para la credibilidad de la obra.

 

¿Ha recibido alguna crítica negativa por escribir la obra?
Por supuesto. ¡Es que las esperaba! Recuerdo que cuando me preguntaban qué estaba escribiendo y les decía, algunas personas me contestaban qué necesidad tenía yo de abrir heridas que ya se tenían por cerradas. El problema, a mi entender, es que ya nos acercamos a
este episodio histórico con una contaminación ideológica muy fuerte. Hay una tendencia a mirar la Segunda República y la Guerra Civil desde un lugar excesivamente ideologizado, con prejuicios y estereotipos. Y eso hace que las visiones a veces no sean todo lo realistas que pretende ser. Yo creo que esta obra no destaca por su compromiso político o por su fidelidad al dato histórico, porque para eso están los historiadores y los politólogos, sino con lo humano. La historia está ahí y se juzga por lo que fue pero el teatro, al menos en esta obra, tiene que dejar lo politizado y ser una ocasión de encuentro con el otro. Esta es una obra para comprender al otro, al distinto. Para tratar de entender por qué actuaron así.

 

¿Qué le diría entonces al espectador que asistirá el próximo sábado?
Que disfrute con la dirección, el montaje y las magníficas interpretaciones del elenco. La obra exige una entrega emocional y física extraordinaria. Además, llega con un rodaje previo que ha permitido que la obra tenga a estas alturas una solidez magnífica. El espectador disfrutará muchísimo con el montaje.
Por último, creo que quien asista tendrá la fortuna de comprobar esa capacidad infinita que tiene el teatro de anular la muerte y el tiempo
y de conseguir que hombres y mujeres de distintas épocas estemos juntos en un mismo espacio.

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